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En el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, se recuerda que Paraguay aún tiene un largo camino por recorrer para eliminar esta realidad, sobre todo en una de sus formas más comunes y silenciosas: el criadazgo, una práctica que afecta principalmente a niñas y adolescentes en el trabajo doméstico.

Aunque esta práctica fue prohibida por ley en 2005, continúa presente en la vida de muchas familias paraguayas. Se trata de una forma de trabajo infantil en la que niñas, niños o adolescentes —en su mayoría del interior del país o de comunidades indígenas— son entregados a hogares urbanos para realizar tareas domésticas a cambio de techo y comida. Muchas veces, esta situación no garantiza su acceso a la educación ni condiciones de vida dignas.

La persistencia del criadazgo expone a cientos de niñas, niños y adolescentes a una situación de gran vulnerabilidad. Esta forma de trabajo crea las condiciones para casos de explotación laboral en forma de servidumbre, además de maltratos y abusos. Uno de los trágicos que todavía recordamos hoy, ocurrió en 2016, cuando una niña que vivía en criadazgo fue asesinada por un militar en la ciudad de Coronel Oviedo.

Recientemente, surgieron propuestas legislativas que generan preocupación. En diciembre de 2024, senadores presentaron un proyecto de Ley para reclutar a menores de edad al Servicio Militar Obligatorio (SMO). Asimismo, plantearon reducir la edad de imputabilidad y elevar penas penitenciarias para adolescentes, equiparándolos al de los adultos. Además, una ámplia mayoría del partido de gobierno rechazó en cámara de senadores una propuesta legislativa que buscaba prohíbir expresamente el criadazgo.

Ante este contexto, diversas organizaciones recuerdan la necesidad de fortalecer políticas públicas que prioricen la educación, la protección de la niñez y el acceso a oportunidades para todos y todas.

A nivel global, el trabajo infantil se redujo de 246 millones en el año 2000 a 138 millones en 2024, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sin embargo, el avance es muy lento. Para cumplir con el objetivo de erradicar el trabajo infantil para 2025, como se había propuesto la comunidad internacional en 2015, sería necesario acelerar once veces el ritmo de progreso actual.

En Paraguay, la última encuesta nacional sobre trabajo infantil (realizada en 2011) estimaba que unas 47.000 niñas, niños y adolescentes estaban en situación de criadazgo. Actualmente no hay datos más recientes, lo que dificulta conocer la magnitud actual del problema y diseñar respuestas efectivas.

Además, un informe reciente sobre el riesgo de trabajo infantil en el país señala que 180 de los 225 distritos tienen niveles medios o altos de riesgo. Las zonas más afectadas son el Chaco, Asunción, Central y regiones del sur y este del país.

Paraguay ha ratificado convenios internacionales como la Convención sobre los Derechos del Niño y los Convenios 138 y 182 de la OIT. También cuenta con una Estrategia Nacional de Prevención y Eliminación del Trabajo Infantil. No obstante, los avances normativos no siempre se reflejan en acciones concretas. La falta de coordinación institucional, recursos insuficientes y estructuras debilitadas dificultan la protección de los derechos de la niñez. Un dato relevante es que el 85% de las Consejerías Municipales por los Derechos del Niño, Niña y Adolescente (Codeni) no cuenta con presupuesto propio.

La erradicación del trabajo infantil debe convertirse en una prioridad nacional. Esto implica avanzar con políticas públicas integrales, con enfoque en derechos humanos, que garanticen:

  • Mayor inversión en educación pública, inclusiva y de calidad;
  • Sistemas efectivos de protección de la niñez y adolescencia;
  • Fortalecimiento de las instituciones que garantizan derechos;
  • Y una mejor articulación entre el Estado y las organizaciones sociales que trabajan en el tema.

El trabajo conjunto entre instituciones públicas, sociedad civil y organismos internacionales es clave para avanzar hacia un país donde niñas, niños y adolescentes puedan crecer protegidos, estudiar y desarrollar todo su potencial, libres de cualquier forma de trabajo infantil.